En mis primeros años como diseñador vivía constantemente frustrado. Trabajaba en una agencia separado del equipo de desarrollo, y cada proyecto parecía una prueba de supervivencia. Los diseños a los que dedicaba tanto esfuerzo terminaban siendo destruidos por los programadores. Además, nunca se cumplían las fechas de entrega y los requerimientos quedaban a medias. Me sentía en una eterna batalla con los desarrolladores, donde yo solo quería lo mejor para el producto y ellos parecían sabotearme.
Cuando entré a Runroom, me enfrenté a un cambio brutal: una cultura de trabajo donde todo giraba en torno a la colaboración y el feedback. Recuerdo muy bien mi primera review de diseño con el equipo. Jordi, un back-end, miró mi trabajo y señaló errores de accesibilidad y sugirió algunas mejoras. Instintivamente, me puse a la defensiva: ¿qué sabía un desarrollador de diseño? Sin embargo, después de procesar su feedback, me di cuenta de que tenía razón. Gracias a su crítica construimos un mejor producto.
Esta forma de trabajar, enfocada en la colaboración, la mejora continua y el valor compartido, me llevó a descubrir que varios de los “mitos” en el diseño no son más que barreras que nosotros mismos ponemos.
Mito 1: Agile ≠ Creatividad
Realidad: Agile 🚀 Creatividad
Empecemos por la primera creencia: que Agile limita la creatividad. ¿Cómo vamos a crear algo innovador si estamos constantemente corriendo, entregando en sprints y adaptándonos a cambios rápidos? El Marshmallow Challenge ilustra cómo la mentalidad agile potencia la creatividad.
En este experimento, se le pide a distintos grupos (arquitectos, estudiantes universitarios, niños de kindergarten, abogados y CEOs) construir la torre más alta posible usando espaguetis, cinta y unas nubes de chuche. Después de los arquitectos, los niños siempre logran las torres más altas. ¿Por qué? Porque mientras los adultos se dedican a planificar, los niños simplemente prueban, ajustan y prueban otra vez. Es un proceso de experimentación constante que les permite ver lo que funciona y lo que no.
Eso es, en esencia, el mindset Agile: hacer, probar y ajustar según lo aprendido. Agile no es una lista de reglas inflexibles, es una filosofía. En lugar de frenar la creatividad, Agile la potencia, permitiéndonos adaptarnos, experimentar y mejorar con cada iteración.
⭐️ Agile potencia la creatividad al permitirnos aprender con cada paso. No es un obstáculo, sino una vía para llegar a mejores soluciones.
Mito 2: Dev ≠ Diseño
Realidad: Dev 👩❤️👨 Diseño
Pasemos al segundo mito, uno que genera bastante fricción: la idea de que diseño y desarrollo son como el agua y el aceite. Para ilustrarlo, hablemos de fútbol. Imagina que un delantero solo quiere marcar goles y no le importa si su equipo pierde 4-5, siempre que él haya anotado cinco goles, o que un portero prefiera un empate a cero, aunque su equipo no gane, solo para no recibir goles. Si cada uno persigue su propio objetivo, el equipo no va a ganar nunca.
Lo mismo ocurre entre diseño y desarrollo. Muchas veces trabajamos como si el éxito dependiera solo de nuestro esfuerzo individual, y eso termina por crear fricciones y limitaciones. En Runroom, rompemos ese mito promoviendo un constante intercambio de ideas. Así, los devs se interesan por accesibilidad y usabilidad, y los designers nos preocupamos por la performance y la arquitectura técnica.
⭐️ Diseño y desarrollo no solo pueden coexistir, deben hacerlo. Trabajando juntos, como un equipo con el mismo objetivo, logramos productos mejores y más sólidos.
Mito 3: Discovery → Delivery
Realidad: Discovery 🔗 Delivery
Uno de los mitos más comunes es que el discovery es una fase inicial aislada que debe completarse antes de poder avanzar a la etapa de delivery. La realidad es que discovery no es un paso previo que se pueda “completar” y dejar atrás, si no es una parte esencial y continua del proceso de creación de un producto.
Recordemos el infame caso del Fire Phone de Amazon. Un producto lanzado después de una investigación exhaustiva, pero que fracasó porque sus hipótesis no respondían a las necesidades reales de los usuarios. ¿La lección? No importa cuán riguroso sea el análisis previo, ningún plan resiste el primer contacto con el usuario. Aquí es donde discovery cobra un papel crucial como un componente vivo del proceso, que acompaña al delivery para ajustar y validar en tiempo real.
En Runroom, adoptamos un enfoque Lean, en el que discovery y delivery van de la mano. Trabajamos en ciclos cortos y repetitivos que nos permiten realizar pequeñas entregas, evaluar el feedback de los usuarios, y refinar nuestra comprensión del problema en cada iteración. Este proceso no solo nos ayuda a asegurarnos de que estamos en el camino correcto, sino que también nos permite adaptar el trayecto rápidamente cuando las necesidades del usuario o el contexto cambian.
En lugar de depender de una planificación inicial que puede quedarse obsoleta, hacemos del discovery un proceso continuo. Es nuestra brújula para mantener el foco en el usuario, validando cada paso y permitiéndonos hacer ajustes precisos que sumen valor real al producto.
⭐ Discovery no es una fase a “completar” antes de diseñar, es el motor que impulsa y alimenta el proceso de diseño. La clave es integrarlo en cada paso del desarrollo para crear productos más sólidos y alineados con las necesidades reales de los usuarios.
De los mitos a la práctica
Jordi, el back-end que años atrás criticó mi diseño y me enseñó el valor de la colaboración entre roles, es ahora el CTO de Runroom. Todavía critica mis diseños, pero ahora valoro su feedback en lugar de temerle. En Runroom, esta mentalidad de colaboración, adaptabilidad y enfoque en el producto no es una excepción o una “forma distinta de trabajar”, es la base que guía todos nuestros proyectos.
Para nosotros, trabajar en Agile no es solo aplicar Scrum o Kanban. Es un mindset que prioriza a las personas y sus interacciones sobre los procesos, valora un producto funcional por encima de la documentación exhaustiva, fomenta la colaboración en lugar de la negociación y nos permite adaptarnos al cambio en lugar de aferrarnos a un plan rígido.
Cada proyecto es una oportunidad para aplicar estos valores y ver cómo potencian tanto el proceso como el producto final.
Trabajar de esta forma no solo mejora el diseño o el desarrollo; también transforma las relaciones dentro del equipo. Nos impulsa a retarnos, a aprender y a crecer juntos.